domingo, 20 de mayo de 2007




MUSICA : ENTREVISTA EXCLUSIVA AL CANTANTE ESPAÑOL

"Hago lo que quiero"

Después de su divorcio, tiene disco nuevo. Dice que la rutina mata al artista y habla de su vida en Miami. Critica duramente a Chávez y a Fidel. Y a los productores artísticos. Reivindica sus orígenes flamencos y recuerda desopilantes anécdotas con Charly, Fito y Calamaro. A los 38, Alejandro Sanz a fondo.
TATUADO. Sanz dice que era heavy metal. Y que por suerte pudo escaparse de "La tribu".
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mdelmazo@clarin.com


Deja asomar su metro setenta y cuatro, saluda fuerte, exhibe tatuajes en los brazos y enciende, en los primeros quince minutos, dos cigarrillos rubios. Alejandro Sánchez Pizarro está en la Argentina, más precisamente en una suite del Sheraton, para hablar del flamante El tren de los momentos, disco que será editado el 7 de noviembre en todo el mundo. Pero afortunadamente, aún en su rol de Alejandro Sanz, Alejandro Sánchez Pizarro es un buen conversador y sabe discurrir acerca de temas conflictivos que exceden la música y el negocio. No evita la incorrección política y quizás, pensándolo, esa condición sea finalmente el fino marketing que supo construir alrededor de su figura. ¿Ustedes se imaginan a Luis Miguel o a Enrique Iglesias hablando de política internacional o criticando a los productores artísticos o recomendando el disco Ten new songs de Leonard Cohen?

Aquí está Sanz. La tarde anterior enfrentó a unos doscientos periodistas en el Golf Club de Ranelagh y con la mejor sonrisa dijo que no, que no tiene nada que ver con Valeria Gastaldi de Bandana, que con Shakira son buenos amigos ("vamos, que es una mujer casada"), que no va a hablar de su vida íntima, etc., etc.

Ahora, en la suite, ante una bandeja de almendras y castañas, toma café, fuma y se muestra como lo que tal vez en el fondo sea: un tipo de 38 años con el que uno se puede chocar tomando cerveza en esos bares viejos de Madrid. Pero Alejandro Sanz vive en una mansión en Miami y casi no sale a la calle.



Resulta curioso que alguien sea capaz de dejar una ciudad tan bella como Madrid para vivir en Miami...

Yo viví en Madrid treinta y pico de años. Salí todo lo que tuve que salir. Ya está. Ahora la noche me da pereza. Igual, mira que Miami hay que conocerla. Yo amo el mar. Puedo estar seis meses y no tocar la calle. Tengo un sitio en el estudio que le llamo El Cuarto de las Palabras. Por ese cuarto salgo directamente al mar. El mar me cambia. Igual, cuando regreso a Madrid me gusta ir a esas calles, esas esquinas, en las que me formé como persona y músico.



¿Cómo se vivió en Miami lo de Fidel Castro, la delegación del poder, su enfermedad?

Fue una fiesta. Lo dieron por muerto. En casa trabajan unos cubanos que llegaron a Miami por mar. Balseros. No sabes cómo estaban.

Siempre tuviste una posición anticastrista...

Sí, que no pocos problemas me trajo. Ahora trato de estar al margen. Pero no puedo ocultar mi verdad. Como todos, yo cuando era joven era seguidor del Che Guevara... por eso fue muy decepcionante para mí descubrir que todo esto de izquierda no tiene un cuerno. En el fondo, macho, esta gente es fascista. Y todo lo de la nueva izquierda de América latina es una mentira exceptuando a Lula, a la Bachelet y también quizás el gobierno de aquí. Pero Chávez es inconcebible. Como Fidel Castro. Para mí no hay diferencias entre ellos, ni entre Pinochet, Franco o Bush. Para mí son todos asesinos.

Sanz se crispa ante los ojos sorprendidos de los de la discográfica. Dirá que se considera "de centro radical", que apoya a José Luis Zapatero pero que tiene amigos en el P.P. español y que Aznar "se equivocó fiero". Va el tercer cigarrillo. Marlboro de free shop.



¿Por qué hacés tanto hincapié en que venís del flamenco?

Porque he sido aficionado desde chico. Aprendí guitarra y, si te fijas, mi modo de cantar es flamenco. Yo era un loco de Camarón y me conozco todos los palos. Soy mucho más flamenco que pop.



¿Y por qué no hacés un disco de flamenco?

No me animo. Eso te lleva toda una vida. Y soy respetuoso.



Sorprende en este disco cierta despreocupación por la afinación.

Es que estoy harto de los productores artísticos. Quieren afinarte la voz para que suene perfecto todo el tiempo. Y es que así no cantan lo seres humanos. Es como dice la bossa nova de Tom Jobim. Es el mundo el que está desafinado. Este disco lo hice con cierta despreocupación por el sonido. Quería algo sucio, canalla. Quería que la canción estuviera al frente.

Parecería que vas a contramano...

Pero no es a propósito. Hago lo que quiero. No soy un cantante, soy un músico que canta. La disquera respeta mi trabajo y yo respeto el trabajo de ellos. Jamás me pidieron una canción de tres minutos, el sueño de todo disquero. Mis canciones son siempre largas.



Hablás de Camarón de la Isla, de Charly García o de Prince, pero invitás a tu disco a Shakira y Juanes.

Es que yo no creo en las tribus. Si te quedas en el ghetto te pierdes muchas cosas. Te lo digo porque yo era de una tribu...

¿Cuál?

Yo era heavy metal, macho. Del pelo por acá de largo. De AC/DC, de Iron Maiden y de Deep Purple. De andar con mi botella de cerveza. O sea que puedo entender al integrante de una tribu.



Comprendés entonces a los que te critican...

Pero claro. Si yo tuviera 15 años no me gustaría Sanz.

Por la televisión repiten la imagen tétrica de Emilio Quiroz, el pistolero de San Vicente. Se desconcentra de la entrevista y clava sus ojos en el plasma. "Me quedé flipao. Qué fuerte...". Otra vuelta de café y cigarrillo. Ya en los alrededores gente de "la disquera" hacen señas apocalípticas exhibiendo las muñecas con sus relojes. Se acerca el fin.



¿Cuándo te das cuenta de que un disco está terminado?

Nunca. Los discos no se terminan, se abandonan.



Es el primer disco que sacás después de tu divorcio... ¿Influyó?

Puede ser. Estoy convencido de que la rutina no es buena para el artista. El bienestar tira para abajo. ¿Has visto que a la gente no le gusta que los artistas tengan una vida normal, feliz?



Una idea romántica, estereotipada...

Pero es así. Este disco es una historia, una novela, que termina diciendo: Para qué tanto amor, el tren de los momentos viene y va, la vida es movimiento, un desfile de seres. Primero me hundí en el drama. Pero para después poder salir.

Su buen humor es envidiable. Cuenta chistes, sí, de gallegos y machistas ("la habían dicho que hay que darle libertad a las mujeres... ¡Y le agrandó la cocina a su esposa!"), es amable, cortés, atento. Parece indestructible.

Sanz es así. Nadie conoce a Alejandro Sánchez Pizarro.

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